Despereza
sus ojos de noctámbulo,
se abre a la luz del alba.
Un séquito de colores asoma,
todos bailan con el verde.
Las hojas sueltan el temblor,
sus células van al quehacer diario,
laboratorio hambriento,
de lo inerte a la vida,
un milagro es crecer.
Y ahí está, un día y otro,
al trote de los vientos va su danza,
sangre
de sol circula por sus venas.
Se ablanda en abrazo de sombra,
mil abanicos de frescor al vuelo.
En el estanque se reconoce,
ríe con las palomas,
picotean hasta el fondo,
el agua en círculos
quiebra su identidad.
Ya conoce la seducción del otoño,
amor de sueño largo
que desnuda su belleza más fría.
Sus cien años son plomo,
el miedo lo ata de raíz a zénit,
nace la incertidumbre:
Hasta dónde con el agua,
hasta cuándo las palomas.
No cabe duda de que es un poema muy visual, Ana. Describes minuciosamente un cuadro con personaje central.
ResponderEliminarMe gusta este poema! Siempre me gustó y ahora, más.
ResponderEliminarBesos
Laura
¿Seducido por el otoño? Me temo lo peor.
ResponderEliminarPoderosas imágenes. Abrazos, siempre
Gracias por entrar en mi blog y comentar el poema.
EliminarNo sé si te conozco, pero un saludo.
EliminarGracias Laura y Manuel por vuestros comentarios. Siempre sois fuente positiva que alimenta. Un beso.
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