7 oct 2017

DROGAS


“Sé que me cuesta concentrarme y que se me olvidan las cosas… Fuman casi todos mis amigos. No lo voy a dejar…” 
(Niña de 15 años)


La tarde se desgasta en sus jóvenes osamentas.
Con voces verduleras cultivan rebeldías,
gritando reveses como si fueran derechos,
escritos de un Talión adolescente;
negrura por los surcos que les tuercen cada hoy.

Se encandilan con la hierba que araña la memoria,
rebosan de alcohol hasta la médula.
En la cabeza un avispero de cigarras,
el estómago un calcetín deshecho.

Y tú sales de ti
por ser la princesa de lo irreal.
Buscas un reino de colores cortos,
se te cae a pedazos el trono del futuro,
tu imagen una foto en blanco y negro.

Más vale pronto…
Si lo intentas podrías deslizarte
por el brocal que limpia la oscura madriguera
y dejar paso al aire más limpio de la noche.
Por el rincón sediento de los libros,
que te ofrece un suelo apalabrado de mañanas.

Allí fuera aún agrandan la esquina
un  bancal de manos abiertas,
los besos libres de ojales,
la risa que se peina sin aderezo.
Abre la cerradura que te enjaula,
rompe los labios con un claro NO.



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