Río Tinto (Huelva) |
Las cimas jadean al aire
blanco,
fuertes contracciones
hacen parir a la
tierra.
Deformes hijos de filo cortante
han roto su cordón.
Desigual despliegue de
oquedades
que aspiran a ser
esqueleto.
Lloran no ser la
montaña
ni un vulgar
promontorio en la llanura.
El sol calma sus
dudas,
los posee con
lentitud,
visten de verde bajo
el húmedo zaguán.
se esponjan hasta la grieta.
Las tormentas del
otoño los arrullan
hasta dormirse en el
lomo de los árboles.
Es la violencia del
torrente
ágil seductora de sus
desnudos.
Se rinden al abrazo
líquido,
trazos de ese amor que
los esculpe.
Como centinelas de la
orilla
rejuvenecen al paso del tiempo.
Orgullosos cantos
rodados,
libres de arrugas,
aspiran a ser esfera,
que el río los ruede,
hacerse un hueco en el
mar
y
morir agazapados
sobre
el rojo de los corales.
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