Las letras se me
pierden,
sin entender por qué.
Cuando queda la
última,
me late la
conciencia,
la salvo por no
olvidar la palabra.
Encuentro la A que
endiosa el amor,
sin comprender qué ocurre,
sin comprender qué ocurre,
te suelta en el
desierto.
Otro espejismo asoma,
te sorprenden las
dudas.
¿Amanece en la tarde?
¿O un viento rojo
desdobla la esquina?
Y aparece brillante,
esa A de amistad
que abre otras
páginas.
¿Quién todavía
necesita mis manos?
A ti no se te pierden, Ana, van en tu busca.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias, Carmen. Qué ilusión que seas tú mi primer seguidora. Un abrazo.
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