Las gotas descolocaron el ojo,
vueltas de llave en su interior.
El azul zarandea desde arriba,
lo negro cuaja en blanco imposible.
Sin iris estoy colgada en la luz
hasta el suelo me azota y me deslumbra.
En vista más a fondo
los sentidos redoblan el parque
donde abraza ese ginkgo biloba,
su resistencia a vestir de amarillo.
Y el recuerdo salta del cuadro,
calor de aquel poema ya ceniza,
los besos humus de la tierra.
Hoy desde el fucsia hasta un verde fósforo,
por todos los colores descuadrándome.
Y las pupilas asfixiadas,
soles negros de claridad.
Todo fue un hábito,
todo hoy es diferente.
Si no me hablara así la vida
vomitando también sus dulces sombras,
querría una muerte de árbol callado.
un breve adiós que me desnude al frío.
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