Bajo una higuera en brumas
tu voz arrepentida me abrió la palabra.
Un silencio de brisa roja
movió a punto real
un amor vagabundo en la quimera.
El otoño de viento exiguo
dejó en el aire
un manantial de lumbre.
Ardió el poema
y no guardé el rescoldo.
La incertidumbre desdoblaba esquinas,
encogían los ojos en el diario.
El reloj, ya sin ti, repitió ritmo,
amasar tiempo
sin agriarse la indiferencia.
Y volviste disuelto entre colores,
temí la levedad del arcoíris,
que solo sabe de segundos.
Cesó la lluvia y supe
que solo fuiste
frío calor de aquel verano.